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Ojo con el contrabando


03/03/2022 11:09:16
Por: REDACCIÓN EL TIEMPO

Desde hace más de una década, ante el robustecimiento de los controles sobre el lavado de dinero, las mafias de todas las pelambres, pero especialmente las del narcotráfico, han intensificado el uso de una vieja autopista de las economías ilegales: el contrabando.

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Un informe publicado por este diario sobre el rastro del temido cartel de Sinaloa, detrás de millonarios embarques que se comercian ilegalmente en calles y locales colombianos, muestra los alcances y efectos de esas alianzas criminales sobre la economía y la seguridad de la Nación. 

Así, la plata de la droga que sale al exterior regresa al país después de una intrincada maraña comercial y financiera que hace una escala clave en los principales puertos de exportación de la China y luego, otra en países con los que tenemos tratados de libre comercio, como Estados Unidos, para buscar burlar los controles a las exportaciones. Una investigación de la poderosa agencia ICE, que controla las fronteras y aduanas de Estados Unidos, y de la Policía y Fiscalía colombianas comprobó que mercancías chinas ligadas a negocios de narcos locales hicieron escala en puertos de la ciudad de Los Ángeles.

Cerrarle las puertas a esta conducta con todo lo que arrastra es ya un asunto capital para la seguridad nacional.

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Un cargamento (usualmente textiles y calzados) que se compra por un millón de dólares en la China termina registrado en Colombia por un valor menor a los 50.000 dólares. La falta de controles técnicos y, hay que decirlo, la corrupción pura y dura son esenciales para garantizar la entrada de esos contenedores al país. Y las mafias del contrabando no solo garantizan la entrada a puerto, sino la llegada segura a bodegas en Bogotá cuya ubicación es vox populi.

Los dueños de la carga la venden en el país por debajo del costo del mercado y al final logran lavar y meter a la economía la plata del narcotráfico. En el camino quedan tendidos centenares de productores nacionales, que no tienen cómo competir con los precios del contrabando.

Ese daño a colombianos de a pie que pierden sus trabajos por causa de esta práctica es algo que debería estar en la mente de todos los que acuden a ese mercado porque les sale más económico. Pero también hay que pensar que ese aparente buen negocio está contribuyendo a mantener vivas culebras como el narcotráfico y la corrupción. 
Y no se trata, ni mucho menos, de satanizar todo el comercio que se mueve en esos centros mundiales de producción a bajo costo. Ni a miles de comerciantes que hacen las cosas al derecho y generan riqueza y desarrollo. 

Pero el país sabe, y esos mismos comerciantes también, que hay un enorme mercado ilegal que aprovecha el comercio internacional no solo para obtener mayores ganancias a través de la evasión y la elusión, sino para legalizar platas que una y otra vez son usadas para aceitar la maquinaria del narcotráfico. Las proyecciones oficiales calculan en unos 6.000 millones de dólares el hueco que el contrabando le hace a la economía nacional. Esa sola cifra debería ser suficiente para que todos los colombianos decidiéramos decirle no. Pero los daños colaterales son asimismo enormes y por eso cerrarle todas las puertas pasa a ser, también, un asunto capital para la seguridad nacional. 

- editorial@eltiempo.com